domingo, 11 de diciembre de 2016

Mis dos lecturas más importantes del 2016

Antes de que acabe el 2016 me gustaría dejar por escrito unos breves comentarios acerca de los dos libros que más me han gustado durante este año, ya que no sólo ha sido una cuestión de "enganche", sino que han llegado a zonas bien profundas de mi interior. Y esta es una de las razones más fuertes por las cuales un libro llega a pertenecer a lo que podemos denominar, buena literatura. 

1.-  Siddhartha (Hermann Hesse) 

Esta historia la leí durante el mes de marzo y mi memoria no está muy fresca, pero la búsqueda del protagonista, su forma de asumirla, sin pretensiones, ni pensar que debe si o si arrastrar a otros, es algo que deseo para mi, si alguien está bien con alguna certeza y en realidad no le hace daño, porqué debería llegar yo y trastocar su vida.

Siddhartha Gautama proviene de una familia de brahmanes y como tal se volvió un joven muy conocedor y buen practicante de su religión, todos tienen grandes expectativas con él, pero llegó un momento en el cual se dio cuenta de que todas esas enseñanzas no podían serlo todo. Durante su búsqueda conoció a Buda (Gotama) y aunque halló su doctrina muy buena y sabia, no optó por seguirlo, continuó su camino, luego pasa por varias etapas, incluso llega a vivir en el libertinaje.

Un aspecto del libro que me gustó demasiado, fue cuando Siddhartha aprendió a "escuchar al río", yo he tenido ocasiones diversas de observar yo sola el mar durante largo rato y el ruido de las olas es como si te limpiara por dentro, la mente se agiliza, la imaginación es por completo fluída. En los diccionarios de símbolos se menciona al agua como fuente de vida. 

Siddhartha también habla de conocerse a si mismo. ¿En serio dedicamos tiempo a ello? o mejor preguntar ¿En todo lo que hacemos cada día, nos detenemos a reflexionar en cuáles son nuestras motivaciones reales, lo que sentimos?.

Pienso que una vida espiritual (palabra que empleo con gran reserva) auténtica es mucho más sencilla de lo que nos quieren hacer creer. No necesitamos extravagancias dañinas como represiones o miedo, ni religión.

2.- "La hora de la estrella" (Clarice Lispector)

Este libro lo leí entre octubre y noviembre, es una novela muy corta en cuanto a número de páginas, eso y el modo de escribir de la autora (fascinante, pero te quedas con la impresión de que no has comprendido demasiado lo que quiere decir) ha hecho que la relea entre tres a cuatro veces seguidas (es la primera vez que releo un libro en forma sucesiva, sin "dejarlo reposar" durante un año o más), es una obra magnífica, esta mujer era un genio de la literatura. Ella es un antes y un después en mi andar como lectora.

La protagonista de la historia es una joven llamada Macabea, quien vive en Río de Janeiro, es una chica muy pobre, trabaja como dactilógrafa y tanto su físico como su forma de pensar parecen hacerla una mujer insignificante. La narración es realizada por un autor llamado Rodrigo S.M., quien nos deja inmersos en el proceso de creación de su novela ya que la leemos al mismo tiempo que él la escribe.

A Macabea se la describe como anodina. Yo discrepo por completo, no sólo me encantó esta obra por la forma en la que fue escrita, sino en especial por esta protagonista. Ella dice tres cosas que me han impactado, y con todas me siento identificada:

- "Creo que no sé hablar"
- "Creo que no necesito vencer en la vida"
- "Creo que sólo sé ser insoportable" 
¿Quién no es insoportable en diversos momentos?

Me hubiera gustado leer este libro durante mi adolescencia y toparme con el diálogo entre Macabea y su novio Olímpico (sí, ese es su nombre *risas*)  ... "Creo que no sé hablar"  dice ella. Igual yo. Olímpico le pide a Macabea que le hable sobre ella, pero se siente incapaz. Habla, me han dicho en el pasado y al no ser una conversadora nata me he sentido muy mal y luego de tantos años descubro que no estoy sola.

Veo en Macabea una delicadeza que sólo le brinda su aparente falta de comprensión del mundo en el que vive. Ella es única. También aprecio que cuenta con una clase de sensibilidad mucho más real que la adquirida a través de la literatura o la búsqueda de realizar buenas acciones. 

Ella presta atención a todo aquello que parece insignificante, y la considero superior a muchos hombres y mujeres. Posee imaginación e inquietud por conocer aquello que le causa curiosidad, como por ejemplo, durante una conversación con Olímpico le preguntó por el significado de algunas palabras que le parecían difíciles, aquel interrogatorio fue testimonio de su superioridad aplastante, porque aunque ignoraba, buscaba conocimiento, pero él, también ignorando, no le importaba obtener conocimiento y menos que ella lo obtuviese. 

Macabea es anónima, he ahí también parte de su encanto. Macabea sólo existe, no busca ser heroína y me encanta que sea así, un soplo de aire fresco en un mundo donde muchos hombres y mujeres sólo buscan vencer y gritar más alto.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

La madrugada de un sábado